martes, 14 de enero de 2020

Redes sociales y Educación


La vida de prácticamente todo ser humano está mediatizada, tanto por los medios de comunicación como por las redes sociales siendo, estas últimas, las más extendidas, pues no solo actúan como forma de interacción con otros, sino también como medio informativo.

Al ser conscientes de esta influencia que acapara la mayor parte de nuestra socialización -ya que nos encontramos en la Sociedad de la Información y en la Era Digital- las redes sociales se convierten en otro agente educador que puede ser positivo, pero también muy perjudicial. Es por esto por lo que las/os educadoras/es y las/os maestras/os debemos controlar su campo de influencia y el tipo de valores, conocimientos, información y actitudes que promueven.

Pero ¿cómo podemos controlar esta incidencia en nuestra vida y en la de los demás? Primero, teniendo en cuenta que el cambio social parece preceder a los cambios educativos, es decir, que la educación se debe y se deberá ajustar a las demandas de la sociedad cambiante, en este caso, en el ámbito tecnológico. Y, segundo, afrontar esta exigencia urgente, pues como advierten diversos autores, la escuela será sustituida por las redes y desaparecerá. 

Por tanto, para afrontar esta cuestión, debemos conocer qué es exactamente en lo que se basa la sociedad mediatizada (Pérez, 2015): nuevas herramientas para el aprendizaje y el entretenimiento, el carácter distribuido del conocimiento, la diversidad, la cooperación, la concepción del conocimiento como algo cambiante, y el aprendizaje holístico. Es decir, la integración de las tecnologías hasta lo más profundo de nuestra cultura ya no puede concebir un aprendizaje sin la ayuda (o la dependencia) de las T.I.C., ya sea en las escuelas, mediante tablets u ordenadores, o en casa, leyendo a través de un ebook en vez de un libro de papel; el conocimiento se vuelve algo compartido por todos en la red, construido en base a la colaboración de diferentes internautas muy diversos, pues en el mismo espacio de producción de conocimiento se pueden encontrar tanto espectadores novatos como expertos, lo cual genera información falsa y la mezcla con las verdades; la concepción de un conocimiento relativo, perdiendo valores de carácter universal, como la igualdad, el respeto, la libertad o la dignidad; y el aprendizaje que exige integrar habilidades teóricas con destrezas prácticas, basándose en la atención parcial o multitarea, dejando a un lado la atención concentrada que asegura la reflexión sobre las acciones, a diferencia de la anterior. 

Conociendo ya algunos de los rasgos de la Era Digital, podemos afrontar los retos que esta nos determina. Según Pérez (2015), el gran reto de la escuela es transformar la información caótica y desordenada que nada en un mar de verdades y mentiras en conocimiento y sabiduría. Pero para ello, necesitamos cambiar la metodología, los contenidos, las herramientas y los recursos de la escuela. Por tanto, para que la escuela se pueda adaptar al flujo de los cambios, debería adoptar una postura más flexible en cuanto a la metodología y una atención más personalizada para el estudiante, para evitar convertirle en un número o en una oveja del rebaño más. Modernizar la escuela supone dar libertad al estudiante para que elija su proyecto de vida y profesional, e integrar ambos. Esto es sugerido por Elmore y City (2011), proponiendo el "aprendizaje de código abierto" en el que los profesores son como tutores y los estudiantes construyen su currículum en función de sus intereses. Y para acomodarse, Bules y Callister (2001) sugieren pensar en la hipertextualidad, la interactividad, la conectividad y la colectividad como principios fundamentales para renovar la escuela. 

En conclusión, para evitar la muerte de la escuela y la generación de nuevas exclusiones (e-exclusión), supone que la educación formal y la sociedad se adapten al medio, al que siempre debería adaptar para convertirlo en cultura, pero -considero- cuya influencia es tan fuerte y adictiva que se ha convertido en casi una segunda naturaleza para la población, sobre todo para las nuevas generaciones. 



-Elena.


Referencias bibliográficas:

Pérez, Á. L. (2015). La era digital. Nuevos desafíos educativos. En Pérez, Á. L, Educarse en la era digital (pp. 58-71). Madrid: Morata.


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